Introducción y estado de la cuestión

El matrimonio es una realidad que aparece con mucha frecuencia en la literatura medieval de diverso género, donde la literatura caballeresca es un claro ejemplo. Si hubiera que enumerar las obras literarias medievales en las que se halla tematizado el matrimonio, la lista sería, sin duda, muy larga. Asimismo, los motivos son muy variados, pasando por la planificación familiar de futuras uniones, la celebración misma del enlace matrimonial, fiestas, conflictos, reconciliaciones, dificultades externas, separaciones ante el exilio o la búsqueda de aventuras, infidelidad, etc. A esto hay que añadir que la mencionada institución no ha pasado desapercibida a la investigación literaria en el marco de la Edad Media, como demuestran estudios a lo largo del tiempo, desde diferentes puntos de vista. Así, autores como Müller (2010), Classen (2005), Schnell (1998a, 1998b), Cartlidge (1997), Opitz (1996), Bumke (1983), entre otros, han analizado la institución e imagen del matrimonio en la literatura medieval desde una perspectiva general. Otros, en cambio, han centrado su análisis en una literatura concreta, estudiando obras literarias determinadas, tanto a nivel individual como comparado. Así, en el caso de la literatura alemana, cabe mencionar, entre otros, los trabajos de, Then-Westpahl (2020), Green (2009), Classen (2006a, 2006b), Schulz (2005), Kasten (1993), Quast (1993), Zimmermann (1993), Blank (1991), Schnell (1982), Wiegand (1982), Smits (1981), Huby (1976), Gellinek (1967), Schumacher (1967), Meissburger (1954), Meyer (1932); en el caso de la literatura inglesa, con mucha frecuencia centrados en Chaucer, se encuentran Knoetze (2015), Hume (2012), Saunders (2000), Patterson (1996) y Kittredge (1912); en la literatura francesa Hurtig (2001), Duby (1985) y Payen (1981). También existen estudios comparados entre obras francesas y alemanas, como los de Schmid (2000) y Pérennec (1973), centrados en obras de Chrétien de Troyes y Hartmann von Aue.

Como se puede comprobar, el tratamiento del matrimonio en la literatura medieval ha sido bastante productivo a lo largo de las últimas décadas, tanto desde un punto de vista de la reflexión teórica, como desde un punto de vista más aplicado, mediante su análisis en determinadas obras literarias en diferentes lenguas. Asimismo, cabe nombrar igualmente estudios que tratan el matrimonio desde la perspectiva del discurso, donde cabría mencionar los estudios de Then-Westphal (2020), Classen (2004, 2005, 2006b), Schulz (2005) y Schnell (1998b), por mencionar algunos ejemplos. Uno de los más recientes, Then-Westphal (2020), se centra en el modo en el que se presentan determinados modelos de matrimonio, así como en la imagen en torno a la continencia en obras en lengua alemana, como König Rother, Der Münchner Oswald, Keisir unde Keisirin, y la vida de Isabel de Turingia. Classen (2005), por su parte, plantea cuestiones en torno a la convivencia cotidiana de los cónyuges, la imagen del matrimonio como reto familiar y social, el conflicto de sexos en las relaciones, pero también aborda aquellos discursos que representan, por un lado, una alabanza de la institución matrimonial como comunidad de amor, como también aquellas otras visiones más críticas, por otro. El mismo autor, en 2004, edita un volumen que recoge diferentes contribuciones de otros autores en torno a las coordenadas “amor”, “matrimonio” y “transgresión” en textos alemanes (Classen, 2004; Rushing, 2004); franceses (Jambeck, 2004; Kinoshita, 2004; Kukułka-Wojtasik, 2004), españoles e italianos (Vasvári, 2004) e ingleses (Charbonneau, 2004; Jost, 2004).

El análisis del discurso en torno al matrimonio suele concretarse de muy diversas maneras. Una de ellas puede ser la elección del futuro cónyuge para una mujer, hasta el punto de dilucidar la libertad, o falta de esta, por parte de la propia mujer (Charbonneau, 2004; Hurtig, 2001), la mujer como víctima (Hanning, 1998), o poder y autodeterminación frente al hombre (Classen, 2006b; Theßeling & Standke, 2014), el contraste del comportamiento de la mujer casada en relación con determinados ideales de conducta, que no tienen que ser obligatoriamente de carácter eclesiástico, sino que pueden tener sus referentes en autoras de la Edad Media, como Christine de Pizan (Knoetze, 2015; Rigby, 2000). Tampoco falta el análisis desde la visión de la relación como conflicto entre hombre y mujer, donde se puede mencionar los estudios de Classen (1991, 2003) y Blank (1991), entre otros.

Ahora bien, aparte de lo dicho arriba, en la literatura cortesano-caballeresca puede hallarse un pasaje en el que el caballero debe separarse de su esposa, por algún motivo que puede ser ajeno a su voluntad, como, por ejemplo, cumplir con determinados deberes de su estado como caballero. En esos casos puede suceder que dicha separación se produzca sin dejar rastro de una conversación entre el caballero y su dama, como ocurre en el Parzival de Wolfram de Eschenbach, cuando Gachmuret deja a Belakane, abandonándola en secreto y no dejándole más que una carta,Footnote 1 porque le arrastra el deseo irresistible de acudir a torneos y de buscar el combate. Sin embargo, en otros casos se recoge la conversación que tiene lugar entre hombre y mujer con motivo de la despedida, en la que la dama, generalmente muy apenada, insta a su caballero a quedarse junto a ella, mientras él intenta justificar las razones para marcharse, como puede observarse entre Eneas y Dido, en el Eneasroman de Heinrich von Veldeke, o en el Libro del Caballero Zifar, por nombrar un par de ejemplos en diferentes literaturas.

Esta conversación entre la dama y su caballero puede tener diversa forma y extensión, en la que, a veces, casi solo habla la dama impartiendo un discurso más o menos largo, mientras que el caballero responde muy brevemente, como se puede observar en el Libro del caballero Zifar, o bien tiene lugar un diálogo en el que intervienen los dos de manera más proporcionada, como sucede en Tirant lo Blanc. También puede darse la situación en la que el narrador indica que el caballero manipula sus palabras, llegando incluso a mentir, para evitar así un disgusto más que probable por parte de su dama, como se lee en Wigalois.Footnote 2

El pasaje de la despedida como elemento narrativo, al igual que el saludo o recepción, ha sido también objeto de estudio en el marco de la literatura medieval, como se puede comprobar en Roos (1975), así como también Lebsanft (1988), más centrado en la literatura francesa medieval, Bolhöfer (1912) en la literatura alemana medieval, Unzeitig (2016), más concretamente, en un análisis comparativo entre el Parzival de Wolfram von Eschenbach y el Perceval de Chrétien de Troyes, y, finalmente, Greenfield (2005), centrado en el Nibelungenlied. Sin embargo, estos estudios se ocupan del saludo y la despedida en el entorno cortesano desde el punto de vista del status, de convenciones y afectos en el marco cortesano, en diferentes situaciones y entre diverso tipo de personajes, pero sin considerar apenas el marco de la despedida entre el caballero y su dama, y mucho menos desde un plano esencialmente discursivo. De hecho, solo Unzeitig (2016: 139) hace una breve alusión en una nota al pie a la enorme carga emotiva en la despedida entre Eneas y Dido en el Eneasroman, ya mencionado.

No cabe duda de que una despedida entre un caballero y la dama estará caracterizada por una importante carga emotiva, ya que la despedida entre enamorados no es un paso fácil de sobrellevar por ninguno de los dos. Ahora bien, cómo transcurre esta de manera verbal, desde el punto de vista de los argumentos empleados, es algo que todavía no parece haber encontrado un eco amplio en el ámbito del análisis literario. Por ejemplo, un interrogante aquí podría ser qué argumentos esgrimen las damas con el propósito de persuadir a sus respectivos caballeros para que no se marchen de su lado. Tampoco existen estudios que constaten si se dan coincidencias en los discursos de las diversas damas entre sí, concretamente, si estas utilizan argumentos idénticos o similares con el objetivo de disuadir al caballero de su marcha. Dichos argumentos nos hablarían de lo que, siempre desde el punto de vista de la mujer, rompería el caballero al marcharse y las consecuencias que ello traería consigo, no solo para ella misma, sino también para el propio caballero.

Objetivo y metodología

Así pues, el presente trabajo tiene como objetivo analizar las intervenciones de diversas damas dirigiéndose a sus respectivos caballeros, con motivo de una separación muy próxima de ambos, debido a que el caballero, por algún motivo concreto, debe cumplir algún deber propio de su estado o bien desea salir en busca de aventuras que acrecienten su prestigio. Con este análisis se pretende comprobar, por un lado, qué clase de argumentos disuasorios utilizan las damas, por otro lado, en qué medida se pueden observar coincidencias en los argumentos empleados por la dama en diferentes obras, en un intento de retener al caballero a su lado.

Las coincidencias de las que se habla aquí no se deben entender en términos estrictamente cuantitativos. Así, podría suceder que distintas intervenciones de las damas coincidan en varios o muchos argumentos, pero también que lo hagan tan solo en uno solo o unos pocos, sin embargo, lo que interesa realmente es comprobar si se observa o no coincidencia. Al mismo tiempo, será de especial interés constatar si hay argumentos que se repiten a lo largo de las diferentes obras analizadas.

Para dicho análisis se tendrán en cuenta obras literarias de la Edad Media en las que se recoja por escrito la intervención de la dama dirigiéndose al caballero para convencerle de que no se marche. Este ha sido el criterio fundamental para seleccionar las obras objeto de análisis en el presente trabajo. Como se decía más arriba, la despedida o separación por parte del caballero es un elemento narrativo que aparece en muchas obras cortesanas, pero son proporcionalmente pocas las que recogen con mayor o menor extensión, bien la conversación entre la dama y el caballero, bien la intervención exclusiva de la dama dirigiéndose al caballero.

Las obras seleccionadas comprenden un margen temporal de tres siglos, concretamente, desde el siglo XIII al XV, lo cual se debe mayormente a dos razones: en primer lugar, porque se trata de obras pertenecientes al género cortesano-caballeresco, el cual fue cultivado a lo largo de varios siglos y no de uno solo, por lo que el análisis debería ser al mismo tiempo un reflejo de este género a lo largo del tiempo; en segundo lugar, puede ser relevante observar si unos mismos argumentos se siguen empleando a lo largo del tiempo.

Finalmente, las obras estudiadas han sido compuestas en diferentes lenguas europeas, tanto germánicas como romances. Si en textos procedentes de ambos campos lingüísticos tiene lugar la mención de la separación entre la dama y el caballero, habrá que analizar si también en lenguas diferentes la argumentación de la dama muestra o no coincidencias a lo largo de su intervención.Footnote 3

Para este fin, serán analizados aquí textos literarios medievales en lengua alemana: Eneasroman, de Heinrich von Veldeke, Iwein, de Hartmann von Aue y Wigalois, de Wirnt von Grafenberg; del islandés se incluye la Saga de Mírman; en lengua española serán analizados Cantar de mío Cid, Libro del caballero Zifar y el romance de El conde DirlosFootnote 4; en francés, el Yvain de Chrétien de Troyes; finalmente, en lengua catalana, Tirant lo Blanc. En todos ellos se recoge por escrito un pasaje en el que tiene lugar una conversación entre dama y caballero, ante la intención de este de alejarse de aquella.

Las conversaciones pueden mostrar diferente extensión y estructura. Así, por ejemplo, en el Libro del caballero Zifar y en Iwein, solo habla la dama, mientras que en los demás textos se alternan la dama y el caballero en el uso de la palabra. Ahora bien, lo que se intenta recoger aquí son aquellos aspectos que la dama plantea al caballero para que recapacite, tales como el daño que eso le producirá a ella, lo que la marcha del caballero va a romper y su alcance, sufrimiento y sentimientos de ella, etc. Otra diferencia entre los textos, que conviene resaltar aquí es el hecho de que en el Iwein, la dama que dirige la palabra al caballero no es la esposa de este, sino su dama de corte, la cual verbaliza un duro sermón al caballero en presencia de otros y del mismo rey Arturo, mientras que en los demás casos dama y caballero se encuentran solos, o así se da a entender. Una última diferencia para tener en cuenta está en el hecho de que el encuentro entre caballero y dama tiene lugar antes de que aquel se marche, mientras que en Iwein Lunete se dirige a Iwein pasado más de un año desde que este se separara de su mujer Laudine. Estas dos circunstancias hicieron que esta obra resultara especialmente interesante para el presente estudio, con el fin de comprobar hasta qué punto este cambio de circunstancias, por contraste, podría significar cambios importantes en la argumentación en el momento de la separación entre caballero y dama o, si por el contrario, se observa que se mantiene una cierta homogeneidad, a pesar de que es otra persona la que habla en nombre de la dama abandonada.

En este sentido, en el análisis que se presenta a continuación se recogerán también las emociones que expresa la dama, el contenido y forma de los reproches que esta haga al caballero, posibles amenazas, alusión a posibles consecuencias de cualquier tipo, tanto para él como para ella misma. Todos estos elementos serán analizados y recogidos, en primer lugar, en cada texto por separado, para después compararlo con lo constatado en los demás textos. Aquí es de esperar que haya algunos elementos o argumentos que se den en un texto y no en otros, sin embargo, lo que interesa es descubrir si hay argumentos que se repitan en casi todos o en todos los textos. Finalmente, debido a la ausencia de bibliografía previa sobre esta cuestión, no ha sido posible partir de un esquema y metodología previos.

Análisis argumentativo de la despedida entre el caballero y la dama

Tras el análisis de aquellas obras en las que se recoge la conversación entre dama y caballero, o, al menos, la intervención de la dama intentando disuadir a su caballero de la marcha, se exponen a continuación los argumentos más recurrentes:


1) En primer lugar, cabe mencionar la decepción de la dama ante el hecho de haber conocido al caballero, de haber fijado en él su mirada y su corazón, así como de haberse casado con él. Esto es algo que se observa en el Eneasroman:


ouwê, daz ich ûch ie gesach! (69, v. 4)


¡Ay, por qué tuve que fijar mi mirada en vos!


mir ist leit daz ich ûch ie gesach. (71, v. 33)

Me arrepiento de haber fijado mi mirada en vos.

Esta situación se observa también en el Iwein de Hartmann von Aue, cuando Lunete reprocha al caballero haber abandonado a su esposa Laudine. Lunete se arrepiente de haber hablado a favor de Iwein ante su señora Laudine, para que esta se interesara por él:

wand ich het ze ir ze vil geseit


von iuwer vrümcheit (vv. 3155-3156)

Pues yo le había contado demasiadas cosas

acerca de vuestras cualidades

Lunete llega, incluso, a manifestar abiertamente que tanto ella como su señora se habían precipitado con él:


deiswâr uns was mit iu ze gâch. (v. 3163)

Ciertamente, nos hemos precipitado con vos.

Lo mismo sucede en el ámbito romance, concretamente, en el Libro del caballero Zifar, cuando Roboan debe escuchar de su propia mujer las siguientes palabras:

que quesiese Dios que vos nunca ouiese visto nin vos a mi! (p. 426).

Así como el conde Dirlos en el romance del mismo nombre, cuando su mujer expresa su propio dolor:

maldire aquel triste dia – que con vos quise casare (v. 36).

Esta misma decepción se lee igualmente en Tirant lo Blanc, cuando a la condesa se le vienen abajo las esperanzas que había puesto en su esposo:

Digau-me, senyor, ¿és aquest lo goig e consolació que jo esperava de vostra senyoria? […] Oh mísera de mi! ¿On és la mia grandíssima esperança, que jo tenia, que lo restant de ma vida aturàs la senyoria vostra ab mi? (cap. III, p. 120).

2) A continuación se presenta el fuerte sentimiento de soledad y desprotección por parte de la dama, ante el alejamiento de su marido. Ello la sitúa en una posición muy delicada, expuesta al acoso de inoportunos y usurpadores, ante los cuales ella se siente incapaz de defenderse. Así se expresa, por ejemplo, en el Eneasroman, Dido ante Eneas:

soldich lebendich blîben,

si solden mich vertrîben

oder brennen unde heren.


ich ne moht mich niht erweren (72, vv. 1-4)

De seguir viva,

me desterrarán

o me desvalijarán y me someterán a servidumbre.

No seré capaz de defenderme

Algo parecido dice Lunete a Iwein, ante la nueva situación en la que queda Laudine:

nû habt ir sô mit ir gevarn

daz sich wider die man


dehein wîp ze wol behüeten kan (vv. 3160-3162)

Pero vos os habéis comportado de tal modo con ella

que una mujer queda

desprotegida frente a los hombres.

Lo mismo se observa en el Libro del caballero Zifar, cuando la dama se queja ante su marido, Roboan:

Atan grant es la crueldat en vuestro coraçon contra mi que non dudes de vos meter a peligro de muerte, auiendo sabor de me desanparar e me dexar triste e cuytada? (pp. 426-427)

El mismo reproche hace la dama al conde Dirlos, resaltando la situación de soledad:

dexays me en tierras ajenas – sola y sin quien m’acompañe (v. 31).

En términos parecidos se expresa la dama ante Wigalois, obra de Wirnt von Grafenberg, refiriéndose a la delicada situación en la que se encuentra, agravada por su estado de gravidez:

mîn dinc mir angestlîche stât;

daz seht ir, unde wizzet wol

daz ich grôzen kumber dol


von mîner swære die ich hân (vv. 1078–1081).

mi situación me da miedo;

esto lo veis vos mismo, y sabéis bien,

que padezco enorme tribulación.

por el estado en el que me encuentro.

3) En tercer lugar, la dama llama la atención del caballero acerca de la infidelidad o, incluso, traición al compromiso matrimonial contraído con ella. Al estar casado con ella, el caballero se debe a su dama, permaneciendo a su lado, protegiéndola y mostrándole su donación, todo lo cual queda en suspenso si el caballero se marcha. En estos términos se dirige Dido a Eneas:

ich genam ûch unheiles ie,


daz ir mich sus habet betrogen (72, vv. 38–39)

Haceros caso me ha traído la desgracia,

hasta el punto de que me habéis traicionado

Algo parecido hace Lunete cuando, en presencia de otros caballeros, reprocha a Iwein haber faltado a la palabra dada a su mujer Laudine:

nû tuon ich disen herren kunt

daz si iuch haben vür dise stunt

vür einen triuwelôsen man (vv. 3181–3183)

Y ahora hago saber a estos señores

que de aquí en adelante os han de tener

por hombre desleal.

Este mismo reproche escucha Yvain, en la obra del mismo nombre de Chrétien de Troyes, de labios de la sirvienta de su mujer:

si ne di ge rien por clamor,

mes tant dit que traïz nos a


Qui a ma dame trespassa (vv. 2766–2768).

Y si digo esto no es para pedir justicia,

sino para decir que nos ha traicionado.

quien te desposó con mi señora.

La infidelidad a las promesas hechas es un reproche que también Roboan escucha de su propia esposa cuando esta le dice:

Señor, non se vos viene emiente las juras e el omenaje que me fezistes el dia que comigo casastes, de vos nunca partir de mi e me ser leal e verdadero? (pp. 425–426).

En Tirant lo Blanc podemos leer un reproche similar cuando la condesa dice a su marido:

¿Aquest és lo conhort d’amor e fe conjugal que jo tenia en vós? (cap. III, p. 120).

4) Otro argumento esgrimido por la dama consiste en reprochar al caballero que el motivo por el que quiere marcharse radica en que se ha hartado de ella y no quiere seguir al lado de quien le ama, y por eso la desdeña. Así, en el Eneasroman, Dido se expresa ante Eneas en los siguientes términos:

nû ir dorch den willen mîn


niht langer hie welt sîn (70, vv. 33–34)

Ya que por mi causa


no deseáis permanecer aquí por más tiempo


ir sît mîn schiere worden sat (71, v. 32).

Muy pronto os habéis hartado de mí.

Esa parece ser también la razón por la que, según la sirvienta de la esposa de Yvain, este no ha cumplido su promesa de regresar junto a su mujer en el plazo acordado:

et tu l’eüs an tel despit


C’onques puis ne t’an remanbra (vv. 2754–2755).

y tú la desdeñaste tanto.


que no te volviste a acordar de ella.

Palabras muy parecidas debe escuchar Roboan de su mujer:

mas bien creo que vos queredes yr para nunca mas me ver nin yo a vos (p. 426).

En Tirant lo Blanc, ante las palabras del conde a su esposa, asegurándole que allí donde él se encuentre siempre su corazón estará siempre con ella, esta replica:

car si fos així com la senyoria vostra diu, crec restaríeu per l’amor mia. (cap. IV, p. 122)

5) Ante la insistencia del caballero en que debe marcharse, la mujer le responde que es él mismo el que tiene la última palabra, y que marchar o quedarse está en su mano, es algo sobre lo que puede decidir soberanamente. En la Mírmans saga islandesa, cuando la princesa Cecilia escucha a su marido pedirle permiso para viajar a Francia, esta le contesta:

Sjálfr munt þú ráđa ferđum þínum (cap. XXII, 12)


Tú mismo tendrás que decidir sobre ese viaje que tienes en mente

Sin embargo, a veces, la dama pretende que el caballero no recurra a excusas para estar alejado de ella o retrasar su regreso. Y, si, no obstante, lo hace, será por su propia voluntad y no por motivos circunstanciales. Este es el reproche que Dido hace a Eneas:


saget, wer dwinget ûch dar zû? (68, v. 4).

Decid, ¿quién os obliga a ello?

En Yvain, cuando este alega que podría sucederle algo que le impidiera regresar físicamente junto a su mujer, esta le replica que:

se Dex de mort vos desfant,

nus essoines ne vos atant


Tant con vos sovanra de moi. (vv. 2599–2601).

si Dios os preserva de la muerte,

no os espera ninguna dificultad

mientras os acordéis de mí


Esta afirmación por parte de la dama no es sino un modo de decirle indirectamente que, salvo la muerte, si él mismo quiere, no habrá ningún obstáculo que le impida volver a ella, si ella le importa realmente.

6) En otras ocasiones, la dama hace una serie de advertencias acerca de los peligros que acecharán al caballero si se aleja. Así, por ejemplo, Dido advierte a Eneas:

wan fûret ir nû hinnen,

ez solde û an daz leben gân.

daz mere is freissam getân,

die unde gênt vile hô. (70, vv. 38–40–71, v. 1).

Pues si partieseis ahora,

os habría de costar la vida.

El mar está muy revuelto.

y las olas se elevan muy alto.

Roboan también recibe una advertencia, esta vez relacionada con las inclemencias del tiempo:

syquier por el tienpo fuerte que faze; ca ya vedes en commo los vientos se mueuen Fuertemente (p. 426).

En la Saga de Mírman, las advertencias que hace Cecilia a Mírman tienen que ver más bien con las desgracias que el destino pueda acarrear a este, si se marcha a Francia:

ok hætt ekki á at nökkut grand komi á þitt mál. (cap. XXII, 17–18).

y no hagas que caiga sobre ti alguna calamidad.

7) En la conversación entre la dama y su esposo, llega un momento en el que aquella se da cuenta de que ya no tiene sentido concentrar sus argumentos en ella, es decir, en que se queda sola y desamparada, en que es traicionada, en que su caballero se ha hartado ya de ella, etc., y cambia de perspectiva. Efectivamente, en una fase más avanzada de su argumentación, la dama intenta retener al caballero argumentando a favor de los intereses de este, tratando de prevenirle de la pérdida de la honra y de los bienes, o sirviéndose de experiencias negativas anteriores. A este respecto, Dido se expresa con mucha claridad en el Eneasroman:

ir saget mir von ûwern goten

unde machet ûch diu gût,

daz ir niht entût

niuwan daz si gerâten,

die û lutzel êren tâten,

dô ir unde ûwer here

fûret swebende ûf dem mere,


dô si ûch dâ quelen liezen (70, vv. 18–25)

Me habláis de vuestros dioses

y os ufanáis

de hacer solo

lo que ellos os dicen,

aquellos mismos que tan poco os han honrado

cuando vos y vuestras tropas

navegabais errantes por el mar,

haciéndoos padecer tribulaciones

De forma muy parecida se dirige Cecilia a Mírman ante su deseo de marchar a Francia:

en letja vil ek þik, þvíat þú hefir til þeirra landa vandliga öngva giptu borit. (cap. XXII, 13–14)


y quiero disuadirte, pues en aquellas tierras el destino te ha tratado mal.

Asimismo, Roboan debe escuchar de su mujer unas palabras que, más allá de un cariñoso aviso, llegan a mostrar un cierto tono amenazante:

E çierta so que sy non fincades, que perderedes quanta onrra e quanto viçio e quanto bien auiedes (p. 426).


8) Siguiendo con las pérdidas a las que el caballero habrá de atenerse, la dama hace saber a su caballero que, sobre todo, la perderá a ella. Si se marcha o, al marcharse, no cumple el plazo pactado para su regreso, ella ya no estará a su lado y perderá su amor. Esto es lo que se puede leer en el Eneasroman, con la amenaza de Dido a Eneas, si este finalmente, decide marcharse de su lado:


daz ich mich selbe mûz erslân (69, v. 30).


que yo misma me he de quitar la vida

También Iwein perderá a Laudine, pero no por su partida, ya que le permite marchar por un tiempo, sino solo en el caso de que no regrese al cumplirse el plazo acordado:

sô kumt benamen ode ê,

ode ichn warte iuwer niht mê. (vv. 2943–2944).

Venid entonces, o incluso antes,

o bien ya no os esperaré más.

Palabras parecidas escucha Yvain de su esposa cuando esta accede a su partida por el plazo de un año:

Mes l’amors devanra haïne,

que j’ai en vos, toz an soiez

seürs, se vos trespassïez


la terme que je vos dirai (2566–2569).

pero os aseguro que el amor

que os tengo se convertirá

en odio si sobrepasáis el

plazo que os daré.


Así se expresa también la mujer de Roboan en el Caballero Zifar:

e perderiedes a mi que vos era verdadera amiga en amor […] e desearme hedes e non me podredes auer (p. 426)

9) Un último argumento radica en el hijo que la dama ha concebido de su caballero y lleva en esos momentos en su vientre. La dama intenta que el caballero se quede para que, al menos, esté presente cuando dé a luz y conozca a su propio hijo. Así, en Wigalois, podemos leer:

herre, ir sult hie bestân

unz ir beseht wiez mir ergê

ez kumt vil lîhte daz ir ê

niht wider komt, ichn sî genesen (1082–1085)

Señor, debéis permanecer aquí

hasta que veáis cómo evoluciono

Pues bien podría suceder que vos

no regresarais antes de mi alumbramiento.


Algo parecido manifiesta la mujer de Roboan, cuando se da cuenta de que todos los argumentos anteriores han sido inútiles para disuadir a su marido:

E pues por mi non queredes fincar, fyncad porque cuydo que so ençinta de vos, e asy veredes plazer de lo que fezistes; ca yo non le sabria escoger nonbre quando naçiere syn vos (p. 427).

Ahora bien, cuando ese hijo no se encuentra en camino, ni tampoco ha nacido antes de la separación, esto se convierte en motivo de lamento para la mujer, pues el hijo, al menos, permanecería para consuelo de la mujer, como expresa Dido:

hetet ir doch ein kindelîn

an mir gewunnen!

ob mir got des hete gegunnen,

do ich mîner êren sô vergaz,

mir wâre vile deste baz. (72, vv. 6–10).

¡Ah, si de mí

un hijito hubierais tenido!

Si Dios me lo hubiera concedido,

cuando yo mi honra de lado dejé,


ahora me iría mucho mejor.

De hecho, en Tirant lo Blanc, la condesa toma al hijo de ambos como prenda que le consuele ante la ausencia de su padre:

per què poré dir que no em resta sinó aquest miserable de fill en penyora de son pare, e la trista de mare s’haurà a conhortar ab ell. (cap. III, p. 120).

Finalmente, queda describir las emociones de las damas ante la marcha de sus respectivos caballeros y maridos. Aquí no cabe duda de que todas ellas, sin distinción, sienten una gran tristeza y desean que el caballero permanezca a su lado, sin embargo, el análisis de las obras seleccionadas presenta una diferencia importante en lo que respecta al comportamiento de las damas hacia los respectivos caballeros: por un lado, la correspondiente a una situación emocional muy dramática por parte de la dama, llegando en casos, incluso, a una situación muy desesperada, en la que la propia dama se enfrenta con mayor o menor vehemencia al caballero; por otro lado, se constata una actitud por parte de la dama, en la que, si bien se halla especialmente triste ante la partida, muestra al mismo tiempo cierta comprensión hacia los motivos que llevan al caballero a alejarse de ella. De este modo, la dama, en lugar de enfrentarse y amenazar al caballero, le comprende y se pone de su lado.

La primera de las actitudes descritas es, con diferencia, mayoritaria, observándose en casi todas las obras analizadas, exceptuando la Saga de Mírman y el Cid. Efectivamente, en la mayor parte de las obras analizadas se observa un comportamiento hasta cierto punto hostil hacia el caballero, el cual se manifiesta en actitudes amenazantes, como la de Laudine al fijar un plazo para el regreso de Iwein, o la de Dido con el propósito de suicidarse, o bien hablando de los peligros que acecharán al caballero lejos de su hogar, como se ha podido comprobar más arriba, por ejemplo, en Eneasroman o en el Libro del caballero Zifar.


La otra actitud es la que se observa, como decía más arriba, en la Saga de Mírman o el Cid, donde las respectivas damas, aun lamentando la partida de los caballeros, muestran comprensión hacia ellos. Así, en la primera de ellas, Cecilia, aun cuando no desea que Mírman parta a Francia, comprende, sin embargo, los motivos que le empujan a hacerlo, es decir, para que su padre adoptivo, el rey Clovis, pueda comprobar que sigue vivo y sano.Footnote 5 En cuanto al Cid, doña Jimena sabe que su marido tiene que marchar en contra de su propia voluntad, ya que ha sido injustamente desterrado:


Por malos mestureros de tierra sodes echado. (v. 265).

Ciertamente, hay que decir, que doña Jimena manifiesta con mayor intensidad que Cecilia su dolor. Con ello no se quiere decir que Cecilia se muestre fría ante la separación, sino que la intervención de esta se centra, ante todo, en los argumentos para disuadir a Mírman: aprender de experiencias negativas previas y precaución ante los peligros que puedan presentarse, así como disfrutar de la dicha alcanzada allí donde se encuentra ahora.

Visión global de los argumentos y comentario

La relación de argumentos recogidos en la sección anterior parecen ordenarse en dos grupos, los cuales aparecen guardando un orden: en primer lugar, la dama esgrime argumentos relacionados con las consecuencias que la marcha del caballero tendrá para ella misma: desprotección, soledad, decepción e incluso arrepentimiento de haberle conocido y haberse casado con él, sentirse traicionada, ser la causa de la marcha del caballero; en segundo lugar, cuando los anteriores no han tenido el efecto deseado, la dama recurre a argumentos supuestamente en interés del caballero: peligros, la amenaza de pérdida de bienes y honor, pérdida del amor de la dama, no conocer al hijo que está en camino.


Con todo, una visión de conjunto sobre los argumentos permite constatar, desde la perspectiva de la dama, que la separación va a tener consecuencias negativas para ambos, si bien, para una y otro las consecuencias van a ser diferentes. En el fondo, la dama no hace sino recordar al caballero sus responsabilidades hacia ella, las cuales aquel asumió al aceptar su vida y su amor, ya que ella también se ha entregado completamente a él, con todo lo que es y posee. Y, al advertirle de lo que puede llegar a perder si se marcha, destaca que la perderá, sobre todo, a ella. Con ello, la dama no está adoptando una actitud caprichosa, ni considerándose egoístamente algo especial, sino que con ello intenta que el caballero valore las cosas en su justa escala. Puede perder cosas materiales, como tierras y posesiones, pero nada será incomparable al hecho de perderla a ella. De hecho, una vez consumada la separación, se puede comprobar cuánta razón tenía la dama, ya que el caballero lamenta pronto sus pérdidas:

daz smæhlîch ungemach,

dazs im an sîne triuwe sprach,

diu versûmde riuwe

unde sîn grôziu triuwe

sîns stæten muotes,

diu verlust des guotes,

der jâmer nâch dem wîbe,

die benâmen sînem lîbe

vil gar vreude und den sin. (Iwein, vv. 3207-3215)

la desgracia ignominiosa,

la duda acerca de su fiabilidad,

el arrepentimiento tardío,

la enorme consistencia

de su fiel corazón,

la pérdida de los bienes,

la nostalgia dolorosa hacia la mujer,

todo esto le robó

la dicha y el entendimiento.

Guay de mi mesquino!

Guay de mi catiuo!

E guay de mi sin entendimiento!

E guay de mi syn ningunt consolamiento!

Do el mio viçio?

Do el mio grant bolliçio?

Oue muy grant riqueza.

Agora so en pobreza.

Ante era aconpañado,

Agora so solo fincado.

Ya el mi poder

Non me puede pro tener,

E perdido he quanto auia,

Todo por mi follia. (Libro del caballero Zifar, pp. 429-430)

Conclusión

El análisis de los diferentes argumentos esgrimidos por las mujeres en los textos consultados ante la inminente separación de sus respectivos maridos, permiten comprobar que, al margen de algunas diferencias formales y estructurales, hay una serie de elementos argumentativos comunes presentes en sus intervenciones, consistentes en el empleo de unos argumentos muy similares en un intento de retener al caballero. Las conversaciones entre la dama y el caballero pueden tener una extensión más o menos homogénea y, en consecuencia, pueden contener todos o un parte de los argumentos con los que la dama busca que el caballero recapacite antes de marcharse, pero en todos ellos se constatan argumentos muy parecidos con los que la dama aborda las consecuencias que la marcha del caballero tendrá para ella misma, tanto desde un plano puramente personal (soledad, desprotección) como social (ignominia, rechazo), para el propio caballero (pérdida de bienes y de su amor), como para la relación entre ambos (traición del caballero a la promesa hecha en su día a la dama).

Con ello, se hace evidente un aspecto más acerca de la dama: no es un ser pasivo que, silenciosamente se resigna sin más ante la marcha de su marido. La dama, más bien, tiene voz propia para llamar la atención del caballero sobre el daño que producirá a ambos su marcha. Y esta voz está legitimada textualmente por, al menos, dos razones, como se puede leer, por ejemplo, en Iwein: la primera, de tipo social, ya que cuando Lunete —una sirvienta de Laudine— se presenta ante el rey Arturo y otros caballeros nobles, nadie le impide dirigirse tan duramente a Iwein, ni después le hace reproche alguno. Sencillamente, nadie ve nada improcedente en lo que Lunete hace y dice; la segunda, de carácter más fáctico, al cumplirse lo que la dama había predicho antes de la separación: el caballero toma conciencia de que ha perdido mucho al alejarse de la dama, llegando incluso a perder la cordura, como se puede observar también en el Libro caballero Zifar. Aparte de lo dicho, el discurso de la mujer nos permite también conocer los sentimientos de la propia dama ante la situación a la que se ve obligada a enfrentarse, después de que el caballero se haya apartado de su lado.

Asimismo, si bien la conversación de despedida entre el caballero y la dama no se recoge en el texto cada vez que se produce una despedida, en aquellas obras en las que sí se verbaliza, el tono de la intervención de la mujer es, en la mayoría de los casos, de reproche y hasta amenazante. En cuanto a los argumentos empleados por esta para disuadir al caballero, se constata una gran similitud entre unas obras y otras en diferentes literaturas.

Para concluir, en este trabajo se ha abordado únicamente la perspectiva de la mujer ante una separación muy próxima, por lo que quedaría pendiente el análisis de las réplicas del caballero a los argumentos de sus respectivas mujeres. También habría que analizar la actitud del caballero hacia la mujer en su discurso: ¿es sincero desde el principio o intenta eludir su responsabilidad ocultando sus verdaderas intenciones, para así evitar el disgusto de la dama? ¿Cuáles son sus emociones?